INVOCACIÓN A LA ENERGÍA UNIVERSAL

Madre y Padre nuestros que sois el Universo Infinito y todo lo creado y que una de vuestras manifestaciones es el Amor Incondicional. Que florezca en nosotras las personas la semilla que llevamos de vuestra Energía que es nuestra Esencia y así que desaparezca nuestro inconsciente y se haga en toda la humanidad una sola Consciencia Universal y veamos con claridad que: TODOS LOS SERES VIVOS SOMOS UNO EN EL AMOR INCONDICIONAL.

viernes, 19 de marzo de 2010

La Bolsa de Plástico


El sendero por el que caminaba era de tierra dura, casi comido por los yerbajos que a cada lado crecían. Serpenteaba entre rocas de pequeño tamaño y en algunos cruces la caminante solitaria tomaba una u otra dirección guiándose por el edificio del manicomio-escuela que se divisaba al fondo, en un alto.
Fué en una de estas virivueltas del camino en donde vió la bolsa de plástico, una bolsa blanca, vulgar, que no exibía el membrete de ninguna marca comercial y fue porque desde dentro de ella salian tan bellos cantos de pájaros, que se acercó, la cogió en sus manos y la abrió. Asombrada comprobó que estaba llena de pajarillos de colores que ignorantes del lugar en el que se encontraban cantaban con alegría e inocencia.
-.Cuando se les acabe el oxigeno, pensó, van a morir..., debo liberarlos. Pero... ¿y si es qué quien los ha puesto aquí lo ha hecho por alguna razón fundada y meto la pata haciéndolo? ¿Y si han sido los del manicomio y luego se mosquean conmigo?

Una lucha se estableció en su corazón, de una parte la voz abierta al infinito que le decía "Suéltalos", de otra la duda que produce miedo a equivocarse y ser rechazada y mal considerada por el equipo directivo del manicomio.
.-Los dejaré aquí, lo comentaré con las directoras y a la vuelta les suelto.
Pensó que ésto sería lo más prudente y volvió a colocar la bolsa en donde la había encontrado abandonando así a los pajarillos a su suerte.
Una vez llegada al edificio del manicomio una mujer la condujo al despacho de la directora de directoras. Charlaron durante un rato. La caminante solitaria pudo observar que la directora de directoras era una mujer que daba por válido sin cuestionamiento alguno, que todo aquello que sus superiores acordaban era correcto y debía aplicarse sin más crítica ni autocrítica. La caminante se dió cuenta de la inutilidad de aquella charla pues la comunicación entre ambas era imposible y no empleó más esfuerzo. Su voz abierta al infinito le trajo el recuerdo de los pajarillos encerrados en la bolsa de plástico y comprendió que lo más oportuno era marcharse de aquel lugar cuanto antes para prestarles socorro.

Por el despacho de la directora de directoras pululaban dos asistentes suyas en las cuales a todas leguas podía verse estaban investidas de gran poder para hacer y deshacer lo que les pareciese conveniente dentro de aquel manicomio.

La caminante solitaria se puso en pie, se despidió correctamente de la directora de directoras y contó, como el que no quiere la cosa y con tono de no darle demasiada importancia, el encuentro que había tenido con la bolsa plástica llena de pájarillos. Una de las asistentes le dijo.- ¡Ah! He sido yo la que los ha tirado. Eran insoportables y total no servían para nada.
La caminante solitaria dijo con firmeza.- Los quiero para mí. Ven conmigo a buscar el lugar dónde los has tirado pues con tanta vuelta y virivuelta que el camino tiene para llegar aquí no recuerdo donde estaba el lugar donde los encontré.
La asistente se lamentó.- ¡Ay! Yo tampoco me acuerdo...
La caminante solitaria fue enégica.- Los quiero para mi, ven conmigo ahora.

Salieron y comenzaron la búsqueda. El corazón de la caminante solitaria se rebelaba ante el pensamiento que patentemente le mostraba su error al no haber dado libertad a aquellos pajarillos cuando los había encontrado aun con vida.

Dieron vueltas y después de varios intentos fallidos, en uno de los cruces, divisó la bolsa. Corrió hacia ella con la ansiedad de la duda ante la muerte. La abrió, los pajarillos se amontonaban unos sobre otros descuidadamente, con sus alas rígidas estiradas, reflejo de la lucha inutil por escapar de la asfixia final.

Consciente de su pesadilla, la caminante solitaria iba lanzando a los pájaros al aire intentando que emprendiesen el vuelo, que volviesen a la vida. Fue inutil, una vez más el niño o la niña que cada persona lleva dentro de su corazón había fallecido gracias a la colaboración directa e indirecta de los Adultos Cadáveres, como así debe ser para que se cumplan los designios insondables que a la especie humana rigen.

1 comentario:

viky frias dijo...

Pobres pajarillos
encerrados por una loca de atar
en un espacio asfixiante.
Es conmovedor y,
como bien dice Cons,
nuestra niña interior
se encuentra en ese trance.
Dejémosla salir sin dilación
o se quedará sin aire.