INVOCACIÓN A LA ENERGÍA UNIVERSAL

Madre y Padre nuestros que sois el Universo Infinito y todo lo creado y que una de vuestras manifestaciones es el Amor Incondicional. Que florezca en nosotras las personas la semilla que llevamos de vuestra Energía que es nuestra Esencia y así que desaparezca nuestro inconsciente y se haga en toda la humanidad una sola Consciencia Universal y veamos con claridad que: TODOS LOS SERES VIVOS SOMOS UNO EN EL AMOR INCONDICIONAL.

martes, 1 de junio de 2010

Mañanas en el Barrio de Salamanca: La Mujer Ilustrada


Iba sentada en el autobús en uno de esos asientos de cuatro plazas, dando la espalda al conductor y de frente a mi. Llevaba el pelo canoso peinado en ondas grandes y suaves que adornaban su frente y su óvalo, lo llevaba recogido a cada lado de su cuello, sobre la nuca, en dos rodetes, como hace muchos años se peinaban algunas mujeres mayores en este país, tuve la impresión de que se ocupaba mucho en su arreglo personal. Me llamó la atención el halo de dulzura que tenía su rostro.- ¿Será el peinado?.- me dije. Observé sus facciones detenidamente, no era guapa, pero ¡qué agradable y dulce resultaba! Iba leyendo un libro encuadernado en tapas de cartón duro, muy enfrascada en él, el libro tenía aspecto de pertenecer a una edición muy antigua, incluso puede que hubiese vuelto a ser encuadernado. Toda ella, incluyendo el libro, emanaba una aureola de antigüedad intelectual y serena. Era una mujer que nada tenía que ver con ninguna de las otras fuesen de la clase social que fuesen. Tendría unos ochenta años y era la primera vez que veía a una mujer de su edad con su porte físico y leyendo en un transporte público

Me fijé en su ropa, su jersey azul estaba muy gastado y también la falda de punto color crema lucía algún deshilachado en sus bajos. El bolso que llevaba hacía juego con el azul de su jersey, sin embargo sus zapatos, tipo chancletas, eran de color verde pastel. Podía decir que iba francamente mal vestida, mal combinada y con una ropa muy gastada, pero aun a pesar de ello nada perdía de su halo de belleza y misterio intelectual.

Cuando se levantó para bajarse del autobús me fijé que sus rodetes eran postizos, pero ésto no la mermaba su encanto, la coquetería de su arreglo.

Fantasee con ella ¿Vivirá sola? ¿Será abuela? ¿Será extranjera? ¿Será una superviviente feminista de la guerra civil? ¿Tendrá un marido simpático y culto con el que compartirá sus gustos intelectuales?

He decidido que cuando llegue a los 80 años peinaré mi pelo largo como el de ella porque respecto al interés por la lectura tal vez estamos ya más o menos igualadas.

2 comentarios:

viky frias dijo...

Tienes una gran habilidad para narrar. Me gustaría que este cuento continuase con otro donde siguieras contando algún episodio más sobre esa mujer del autobús. Más adelante podrían venir otros episodios, cuando se te ocurriera escribirlos.

Cons dijo...

Pues sí, es una idea bonita, pero no se si mi inspiración dará para ello. De cualquier forma tendré muy en cuenta lo que me dices. Gracias.